Por Igmar P / Café Cinéfilo
Recordando a Tony Scott (1944-2012). A propósito del reciente
fallecimiento de este notable director, el cual ocurrió el 19 de agosto del
2012, comparto con ustedes esta crítica que escribí hace tiempo sobre una de
las que considero de sus mejores películas, “Spy Game”, 2001, la cual ya se
puede conseguir en DVD en cualquier videoclub.
Un veterano
agente de la CIA se enfrasca en una frenética carrera contra el tiempo, en la cual
deberá de valerse de varios trucos de engaño para salvar a su amigo y discípulo,
un espía a quien le quedan 24 horas de vida, ya que será ejecutado por el
gobierno chino en la película “Juego de Espías” (“Spy Game”, 2001).
Póster en inglés de "Juego de Espías" |
Brad Pitt y el veterano actor Robert
Redford hacen una singular mancuerna actoral en este filme de suspenso y
espionaje, en cuya historia se dejan ver algunas de las situaciones en las que
se involucra la inteligencia estadounidense, en su intento por estar enterado
de los sucesos cruciales en países conflictivos, los cuales bien pueden cambiar
el destino del mundo.
La Crítica
La dirección de Tony Scott en
este filme es dinámica y ágil. Todo un veterano de películas de acción (“Top
Gun”, “El Último Boy Scott”, “Marea Roja”, “Hombre en llamas”, “Deja vu”),
Scott logra combinar de manera ingeniosa las secuencias de inter-cortes o flashbacks, a fin de poder contar y mover
hacia adelante una historia repleta de antecedentes, los cuales primero debe
conocer el espectador para envolverse bien en el suspenso de la trama.
Tales secuencias brincan de atrás
para adelante en el tiempo, del presente, a la guerra de Vietnam, al conflicto
en Bosnia, entre otros eventos, los cuales se entrelazan con escenas en una
aparente tranquila oficina de la Agencia Central de Inteligencia, en Estados
Unidos, escenas mismas que esconden una tensión que se puede cortar con tijeras.
Brad Pitt hace un efectivo
trabajo actoral y se defiende en las escenas en las que comparte cámara
con el “monstruo del cine” Redford. Sin embargo, al final es Redford quien
mantiene acaparada la atención del espectador en todo momento, con su singular
sarcasmo y actitud de “a-mí qué-me-cuentan-de-la-vida”, propia de un
experimentado veterano como lo es su personaje.
La Sinopsis
Es el año de 1991 y Tom Bishop (Brad
Pitt) es un joven espía que mientras efectúa un operativo encubierto, en una
remota ciudad en China, es arrestado y sentenciado a muerte. El gobierno de ese
país socialista lo declara espía y de manera repentina, Estados Unidos se
encuentra con las manos atadas e imposibilitado para actuar, ya que cualquier
acción estropearía las negociaciones que EU sostiene con China en ese momento.
Entra en la historia Nathan Muir
(Robert Redford), un veterano y experimentado elemento de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA), a quien le queda tan solo un día de actividad en la
corporación, ya que está por jubilarse.
Muir es levantado de la cama por
una llamada del embajador estadounidense en China, quien le advierte que Bishop
será ejecutado dentro de 24 horas. Consternado, Muir llega a la oficina y al
instante se percata de que sus superiores están determinados a no mover un solo
dedo y dejar morir a su aprendiz Bishop. Para ello, sus superiores comienzan a
interrogar a Muir en sesiones videograbadas, en un intento por “lavarse las
manos” de ese bochornoso incidente.
“No podemos abandonar a uno de
los nuestros”, argumenta Muir. Más sus alegatos de nada le sirven, ya que la
CIA ha decidido juntar evidencias para desacreditar a Bishop, en vez de
ayudarlo.
Muir comienza entonces a ganar
tiempo: Mientras mantiene ocupados a sus jefes, Nathan, con la ayuda de su leal
secretaria, Gladys (Marianne Jean-Baptiste), empieza a investigar por su cuenta
qué estaba Bishop haciendo en China, y en el proceso, Muir también comienza a
idear un peligroso plan de rescate.
Calificación: ***
Ficha Técnica
‘Juego de Espías’ (‘Spy Game’)
Año de Producción: 2001
País: Estados Unidos
Género: Acción / Suspenso
Director: Tony Scott
Elenco:
Robert Redford, Brad Pitt, Catherine McCormack, Stephen Dillane y Marianne
Jean-Baptiste
Duración: 2 horas